Y llega el día D en la inauguración de la Barcelona Wine Week y máxima expectación en esta nueva aventura de una feria que se escinde de Alimentaria y decide tomar su propio camino.

Obviando las dificultades que servidor ha tenido para conseguir su pase profesional, se ha comentado bastante entre bodegas las numerosas situaciones adversas que muchas de ellas han encontrado en la organización del evento. Sin embargo, todas estas adversidades parecen desaparecer cuando se entra en el pabellón 8 del recinto ferial de Montjuïc: un gran espacio dividido en 2 secciones entre los que destaca principalmente la parte dedicada a cada una de las zonas vitivinícolas españolas.

Un pequeño laberinto de pasillos en los que cada bodega dispone de un espacio idéntico y que la única diferencia viene marcada por las botellas que se muestran. Grandes paneles colgantes indican cada una de las diferentes zonas vitivinícolas, algunas entremezcladas, pero bien definidas y ayudan al visitante a guiarse.

Gran presencia de las zonas catalanas y las grandes Denominaciones de Origen como Rioja o Ribera del Duero así como otras de Castilla y León hacen acto de presencia ocupando un espacio casi idéntico. A medida que uno va avanzando y pasando los pasillos va encontrando otras pequeñas Denominaciones de Origen.

La sensación general de democratización de los stands es de agradecer, tienes la sensación de estar en una feria de vinos y no en una sala de exposición de bodegas que se clasifican por el tamaño del stand. Los vinos y las personas importan, se pone en valor el trato directo y las ganas de darse a conocer.

Un buen inicio, ¡felicidades a todos!